Articulo de Danza

LA MEJOR ZAPATILLA AL PIE Todo empezó a cambiar en su vida, cuando comenzó a notar que sus piernas habían dejado de moverse y sus manos ya no tenían expresividad. Su rostro era pálido, sus ojos habían perdido luminosidad y sus extremidades no tenían la firmeza de siempre. Algo pasaba en su trabajado cuerpo, en apenas poco tiempo no tenía movilidad. Debía ser su imaginación, sospechó.  Ella pensó que ese momento nunca llegaría, pero al fin llegó. Su energía y entusiasmo se han terminado de desvanecer a sus noventa y dos años. Una de las grandes del ballet clásico se retira de los escenarios y ahora bailará con su mente. El “alma mater” del Ballet Nacional de Cuba finaliza su trayectoria. La luz se ha apagado, sus huesos y articulaciones apenas pueden moverse. Se cierra el telón, sin duda, a la mejor artista en estos últimos siglos de la danza. Nos deja con buen aliento, un gran recorrido profesional y un repertorio de ballet irrepetible. Una sustitución a su célebre amiga Markova en el Ballet de Nueva York ha creado la marca Alicia Alonso. Pocos confiaban en su interpretación escénica, pero supo sorprender porque bailó y triunfó. Sin duda, fue el papel de su vida. Esfuerzo, sacrificio y vocación van acompañados a la calidad estética. Giselle es sinónimo a su nombre. Muchas bailarinas han interpretado este papel. Lo asombroso en Alicia no es solamente su trascendencia en Giselle, algo que va desde la percepción teórica hasta una cristalización estética, que marca un antes y un después para este personaje, sino que siempre tuvo una gran capacidad para cambiar de registro siempre en un grado de excelencia. Alicia Alonso constituye la Giselle definitiva del siglo veinte. Después de dos intervenciones quirúrgicas por un desprendimiento de retina, un accidente automovilístico  la ha llevado al máximo reposo. Hoy recibe un diferente homenaje, va a salir de entre cajas y se pondrá en el centro del escenario no para hacer Fouettés, sino para presentar sus memorias. Un libro que reconoce a uno de los símbolos del ballet clásico en el mundo que demostró que los latinoamericanos también podían bailar y romper con los míticos canon. Todo ello se lo debemos al amor eterno que Alicia Alonso ha mostrado por la danza.